Sé que mañana vuelves,
pero nunca deseo despedirte,
siempre siento que me dejas sola
con mi silencio
tan lleno de ruido,
de gritos
y de desamor a lo que me rodea.
Luego aparece tu otra alma,
más blanca, más pura,
e intenta limpiarme el pasado
cada noche
en su pecho.
Pero su rostro
es trauma a la vez que calma
y siento desamparo
al no poder volver a abrazar
lo que hay al otro lado
de los hilos que ella conecta.
Aquella ventana,
que mira el mismo cielo
y ya no suspira.
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