lunes, 3 de mayo de 2021

Ojos tristes

Tenía los ojos tristes 

y entre las piernas un secreto,

la luz le iluminaba el rostro,

 y la oscuridad se difrazaba 

de una intrépida belleza. 


Era mística y transparente, 

solitaria y atrayente, 

un imán roto por la fricción.


Ya ni disimulaba. 

No escondía sus heridas, 

y quien las veía 

se paralizaba por un segundo, 

y luego volvía a andar. 


Nadie puede empatizar, 

sino consigo mismo. 

Cada uno tenía un abismo 

del que se quería salvar.


A nadie le cabían sus zapatos, 

sus pies se habían vuelto tan pequeños y rápidos, 

que no se los podían calzar. 


El azar no formaba parte de su juego, 

aunque así lo habría deseado, 

si aún pudiera desear. 


Todo le sobraba ya. 

Los apegos se volvieron aire, 

que en paz descanse todo lo que ella amaba, 

su corazón era una caja cerrada 

y la llave se perdió en la mar. 



miércoles, 21 de abril de 2021

 Las cosas más grandes las tengo que decir entre líneas,

porque hablar claro traería oscuridad, y no quiero más.


Pero necesito hablar de cómo hay un océano que me arrastra,

cómo se me sedimentan los días, cómo se me sala la memoria...


Hablo de amor. De un NO en el que quedamos cuando nadie ve. 

Hablo de química. De electrones empujándome al precipicio de un sólo beso.

Que nunca se queda en eso.

Siempre hay excesos...


Estoy rendida ante una estatua, cuando le echo una moneda me abraza.

Estoy perdida ante una cantidad ingente de nada. Dando todo, porque nunca he sido de dosificar.

Estoy ida, con el corazón lleno y las manos vacías.

Estoy herida. Y no sano porque no me da la gana.


Ya ni siquiera quiero ganar. 

Me vale con jugar una partida más, sabiendo que no hay as en la manga que valga.

Cabalgo hacia un horizonte que nunca voy a alcanzar, sólo déjame vivir en este momento para siempre.


Ya no busco la eternidad, pero alarga estos segundos, para el tiempo:

Sólo quiero un rato más.

domingo, 14 de marzo de 2021

No estoy empoderada. Una historia sobre el TCA.

 Voy caminando por el pasillo de mi casa, como un preso en el corredor de la muerte. Me dirijo a la báscula, sé que hago mal, pero no sé por qué. Entro automáticamente en el baño, hoy he soñado que estaba encima de una báscula que cada vez me decía un peso distinto, pero todos muy por encima de lo que me "puedo permitir". Sigo enferma.

Peso lo mismo que estos últimos meses, lo mismo que antes de ayer. Pero me siento mal porque he merendado y luego he intentado hacer ejercicio para que "no cuente", pero me he cansado enseguida, me he sentido estúpida y he parado. 

La gente no entiende que un TCA puede joderte la vida tan en silencio que nadie se lo ve venir. Anoche hablaba con mi compañera de piso de estas nuevas pastillas que me han mandado para controlar mis impulsos autolíticos... vale, controlan los impulsos, pero son de las que más engordan de todo el mercado, una media de 5 kilos en un mes. Si yo ahora engordo un solo kilo se me va la vida. Se lo explicaba y me decía "ya pero si te van a venir bien, no tienes que pensar en si engordas, o no..." yo intentaba que entendiera que para mí es sanar una parte de mi enfermedad mental para empeorar mucho otra. Que si engordo y no soy capaz de restringir voy a acabar autolesionándome y odiándome igual. O peor.

Y no paro de pensar que el problema es que como, ¿cómo va a ser comer un problema para un humano? ¿por qué no me funciona el puto cerebro? Estoy tan obsesionada con la comida que cuando como estoy pensando si va a ser suficiente para conseguir no merendar ni cenar, y pensar eso toda la tarde me da hambre, al final cualquier imagen de comida en una serie, un anuncio, hace que no controle y acabe pegándome un festín de pobres. 

Me siento vacía cuando estoy llena. Y sé lo insano que es esto, pero pienso mucho en hace unos meses cuando había adelgazado tanto que todo el mundo me lo decía, hasta con ropa ancha me lo notaban. Y yo me sentía ligera. Pero también me temblaban las manos, esas que tanto me gustaba mirar porque se veían huesudas y jamás me había visto así. También perdí visión y se me caía el pelo... cuando me levantaba por las mañanas me daba vergüenza que alguien viese la almohada, o que me acariciasen el pelo y se llevasen mechones. Pero me tocaba todo el rato la tripa, para sentir lo plana que estaba. Ojalá pudiera tener esas piernecitas de alambre de una forma sana... Me doy envidia. Qué bien me quedaba la ropa, toda grande y ahora, siento que todo me aprieta, me agobia. Me pregunto cómo me quedarán esos vaqueros cortos que me ponía en verano que me quedaban holgados... no sé si quiero saber...

Y luego me las doy de empoderada, con todo este auto odio que se acumula sin cesar en la puerta de mí misma y que yo voy dejando entrar y engullo, mientras con orgullo muestro mi parte más vital y escondo bajo mi alfombra los restos, huesos y deshechos de mi propia falta de humildad. 

No estoy empoderada, si pudiera me cambiaría por otra. No estoy empoderada, odio ser mujer en esta sociedad. No estoy empoderada, he roto todos los espejos. El ego me consumió hace mucho, no me he liberado, no vuelo, no canto, no puedo.

Me caigo al suelo de mis pensamientos, no llego a la báscula en ellos, aunque en la realidad lo haya hecho. Todo desaparece, todo negro. Descanso de mí en posición fetal.



lunes, 8 de marzo de 2021

Espejo

 Te muestran cómo vencer vacío,

cogen tu mano y te miran a los ojos,

y qué pasa cuando todo está perdido?

cuando no tienen lo que quieren de ti, no te ocultan su abandono.


Te dicen que siempre van a estar ahí

pues sí, pero a su puta bola como todes

Si no miras por ti, nadie te ve,

yo ya me he quedao sin uñas de arañar estas paredes.


No quiero más espejos que me muestren tu opinión, 

necesito uno que realmente me refleje.

Quiero dejar de pensar que lo que soy

depende de lo que tu pienses.

Por eso vete y olvida mi nombre, mi insta, mi twitter

y no me aconsejes

que lo que hago lo hago porque quiero 

y agarro mi libertad le pese a quien le pese.


No quiero más espejos, 

llevo años rompiendo los viejos,

me enseñan lo de fuera, pero no lo de dentro.

Voy a cerrar los ojos y a hacerme preguntas

¿Marta qué necesitas, qué es eso que te asusta?

¿Qué dolor almacenas en esa caja escondida?

¿Qué te hace estar perdida?

Cuando sepa todo eso sanaré a mí y al resto

creo que para eso existo.






lunes, 22 de febrero de 2021

Sola

 ¿Cómo vacío mi vacío?

¿cómo abandono mi abandono?

¿cómo desaparezco sin hacer ruido, como si nunca hubiera existido?


¿Cómo voy a aceptar que estamos solos? 

Te lo dicen como si al ser una verdad universal fuera más fácil. "Es que todo el mundo lo está". Yo no quiero no ser una niña, no quiero follar, beber, salir, trabajar, gestionar los males del mundo y luego volver a casa y saber que en el fondo, estoy sola. 

No quiero esta experiencia humana, quiero unirme a todas las almas y ser una única conciencia. No quiero más ciencia que me diga cuál es mi trastorno, mi trastorno es lo mundano. Mi trastorno es no rendirme. 

Mi grieta es la familia y mi humanidad impía, impidiéndome marchar. Mis hermanas con sus preciosas caras, con sus manos suaves y su mirada veraz. El recuerdo de mi abuela, que me acuna cada noche, que no me juzga, que desde la luz me guía hacia donde ella está. Y mis padres, que tras sus errores veo flores, que me causan el dolor más agudo y más puro que he sentido jamás. El desapego.

Reniego de mí, como renegasteis vosotros. Y el día soleado en que me vaya, crecerán las plantas y cubrirán mi cuerpo. 

Y ya no estaré sola. 

martes, 16 de febrero de 2021

Trampa

 Hace mucho tiempo que no soy yo.

O quizás esta soy yo y hace mucho que dejé de fingir. El caso es que estoy triste. 

Estoy triste porque quiero tener ganas y fuerzas de ser alguien que no sea yo. O el valor de aceptarme.


No quiero ser este deshecho humano, pero todas mis células están configuradas para la mediocridad. 

¿Sabes? siempre me sentí especial. Cuando era niña de verdad creía que acabaría haciendo algo grande y cuando era adolescente luché contra todos mis traumas y las personas que me hicieron daño y fui capaz de construir mi destino. Pero luego me quedé sin fuerzas. Es como si hubiera empleado todo en esa batalla y ahora sólo tengo el aguante justo para soportar los golpes que me da la vida sin terminar aquí.


Moverme de la cama es escalar una montaña, lavarme los dientes es levantar 100 kilos, cocinar y fregar los platos... soy un gusano arrastrándose por la cocina hacia su destino. Ya no es cuestión de serotonina, tengo mis dosis, tengo mi terapia, tengo todo "bajo control", aún sigo viva. 


Mi mente es diferente, juega conmigo, quiere hacer mil proyectos, le sale la creatividad por los poros. Quiere pintar, pero mi brazo no. Quiere cantar, pero mi voz está apagada. Quiere hacer más música, pero mis oídos piden silencio y menos estímulos. 


Vivo dentro de una trampa.


Hace años creía que alguien podría salvarme de esto. Primero mis padres, después mi pareja, después mi terapeuta, y ahora ya no creo en nadie. Ya sé lo que estás pensando "is qui iris tí li qui ti tiinis qui silvir". Ponte mis zapatos, no aguantas ni una ronda.

viernes, 8 de mayo de 2020

Me entiendo

Me siento una extranjera de mi propia vida,
una incógnita en mi identidad,
una herida sin curar,
mi propia bala.

No sé cuáles son mis armas,
no sé contra qué o quién tengo que usarlas
y siempre me apuntan al centro de la cara
para repetirme que soy mala.
Que soy mala.
QUE SOY MALA.
Que no me merezco nada.

Mi niña interna atesora el cariño que me tengo
e intenta inyectármelo desde mi centro,
pero mi mente de cemento miente a mi cuerpo,
e intento estar cuerda mientras pierdo el tiempo
mirando el ombligo de mi madre,
pero nunca el mío.

La realidad está acumulando muchas deudas conmigo,
yo cada día soy más cruda y estoy más desnuda,
dispuesta a perderlo TODO por recuperarme.
Todo.
Ya me da igual la clase de engendro que renazca de mi útero viejo.
Me da igual quién soy. Me da igual estar muriendo.
No me echo de menos.

Creo que me estoy mintiendo, pero me entiendo.

lunes, 6 de abril de 2020

Drama en pijama

Qué raro...

Siempre hablando de que la vida me estaba entrenando para una gran batalla, ahora todas mis guerras parecen peleas sin armas. Estoy frente a este momento, frente a "LA VERDAD", frente al acantilado decidiendo si me tiro y nado, o me tumbo a esperar que el tiempo pase. 

Me la suda la pandemia. A ver, entiéndeme, no me la suda que la gente sufra, pero en mi núcleo de gente es un drama en pijama, y ese no es mi drama en pijama, mi drama en pijama es otro. Cada vez que me dicen que qué tal llevo la cuarentena me apetece decir que la cuarentena bien, que lo que no llevo bien es la vida, pero que hasta ahora nadie se había interesado porque nadie se aburría tanto como para interesarse, porque POR EL INTERÉS TE QUIERO ANDRÉS. Que os jodan, en serio, que os jodan mucho.

Ya, llenita de odio y rencor, todo eso es culpa mía no vuestra. Por lo menos eso dice la psicología. Pero en fin, es lo que hay, al menos yo acepto mis circunstancias, soy como Ortega y Gasset pero en triste. 
Quiero volver a apagar el móvil, no entiendo por qué no lo hago. ¿Por qué no lo hago? Es absolutamente absurda esta lucha constante contra mí misma, desgastando mis fuerzas cuando tengo que librar la batalla más épica que se ha visto sobre la faz de la puta Tierra -de Marta-.

Es como ir con agujetas a una maratón.

Se me han quedado como pequeños los traumas, como en otra vida, después de matar mi identidad y resucitar -si resucito-, sólo me queda la sensación de un sueño que no quiero volver a soñar. Ya no siento que mi casa se va a quemar, pero definitivamente mi vida corre peligro. 

Espero que la vida corra más que el miedo.
Que el amor corra más que el perdón.

Espero correr más que mi yo de ayer. Correr hacia el Norte y no volver.

domingo, 8 de marzo de 2020

8M

8M, yo encerrada en la esfera de mí misma. Huelo el peligro.
Ojalá pudiera hablar con mi espíritu sin que me doliera nada.

Estoy a punto de destrozarlo todo. De coger el mazo y reventar todos los muebles que fui poniendo con delicadeza a lo largo de los años. Este orden caótico me está volviendo loca. Todo siempre en su sitio, como si la vida no fuese movimiento y muerte, como si el aire en esta habitación fuese inmutable.

Todo me abandona excepto esta puta quietud, todo me abandona excepto esta serenidad odiosa y la matemática del tiempo. Y bueno, mi gato, y la Luna, que me están interrumpiendo esta escritura gris con sus ondas de belleza y amor.

La noche cae y yo caigo con ella, me dejo caer a donde sea, ya me da igual, lo he perdido todo.

Me da igual quién venga a verme, todo son siluetas en otra dimensión. Excepto ella... Cuando viene ella siento que se unen los dos mundos. Me matan los límites, ahora sólo quiero saltarlos y vivir en el limbo siendo sorda, muda y ciega.

Estoy en shock, porque he escrito "quiero" y "vivir" en la misma frase sin negación. Pero no me imaginaba una vida como tal, me imaginaba una especie de purgatorio claro, en el que todo es quietud, quizás es el cielo. Quizás estoy hablando de la muerte.

Qué hilo más fino me sostiene a este lado, casi lo veo desaparecer en algunos choques de luz.
Nadie me da las gracias cada mañana por no haberme matado y eso me duele.
¿No son conscientes de que lo hago por ellos?

No necesito más abrazos de gente que quiera follarme.
Necesito más abrazos de niñxs perdidxs.
De madres, de padres, de abuelos y abuelas. Me da igual que no sean los míos.

Soy un esqueleto en postura de feto, siempre pasando frío y distorsión vital.
Se me congela el alma si es que aún la contengo.
Mis ojos son astillas.
No me leas con esa cara de gilipollas, ¿dónde estás tú? ¿por qué me has abandonado?
¿por qué ni siquiera contestas mis súplicas? despiadada, tú llevas más oscuridad que yo.

No paro de imaginar cómo sería. Mi velatorio, mitad de gente entendiendo por qué me fui, la otra mitad victimizándose, justificando que estaba loca y sabiendo que en el fondo, parte de la responsabilidad de que yo esté ahí tumbada como un puto Drácula es suya.
Sobretodo de una, la que más lloraría, la que más pena os daría, el drama del día.
Pobre. Quizás en mi lápida debería poner "te lo mereces".

O encuentro una familia, o lo dejo aquí, lo juro.

lunes, 10 de febrero de 2020

El porqué

Ojalá no tuviese que explicar más veces que no hay motivos.

Que no tengo ni puta idea de por qué hoy de repente me encuentro mal,
que no sé por qué al día siguiente, o a la hora siguiente estoy como si nada hubiera pasado,
que mi enfermedad es así,
el motivo es que tengo TLP, no es algo que te pueda explicar con una concreción determinada cada vez que no me encuentro bien, o cada vez que me encuentro excesivamente bien.

Puede que un día nublado haga que de saltitos y ponga la voz muy aguda,
o puede que esté pensando la manera más eficaz de morirme.

No hay por qué.

Puede que abrazar mis peluches haga que me sienta repleta y con una felicidad desbordante,
o puede que les llore encima pensando que son meros objetos a los que tengo cariño y no sé por qué.

Simplemente es así, ES ASÍ.

Hoy estoy enfadada e irritada y NO SÉ POR QUÉ, si tuviera que dar una explicación banal y concreta, quizás diría que porque vivo rodeada de incompetentes, que no saben tratar conmigo ni aunque tengan un manual de instrucciones con letreros luminosos explicando qué hacer, y sobretodo qué no hacer.

Pero no, esa no es la maldita explicación, la maldita explicación es que tengo TLP y eso hace que hoy me moleste que me pregunten por qué.

YO QUÉ COÑO SÉ.

lunes, 3 de febrero de 2020

Un te quiero en la espalda

Siempre llevo un te quiero en la espalda,
a veces me cuesta verlo.

Febrero llega como un río, como si fuera a cambiar algo.
Todo el mundo se piensa que puede cambiar algo, incluso yo, mandando mis energías al Universo para que deje de vacilarme.

Mi recipiente no me contiene bien.

Pero yo me tengo que quedar. Aún puedo respirar oxígeno, aún puedo sentir toda la fuerza de mi rabia interna y correr hasta perderlo. Aún puedo. Porque el caudal no borra la tinta, porque sigue habiendo "te quieros" que no veo, y regazos en los que refugiarme, y sonrisas en las que puedo ser la niña que soy.

No quieren que me vaya, de verdad quieren que esté cerca. Aún con mi dolor, aún con mi estado estático, quieren estar a mi lado. Todo guarda un sentido, todo lo que he sentido guarda un sentido.

Quiero mi propio abrazo.

lunes, 9 de diciembre de 2019

Sanguijuelas

Ojalá no tuviera que hacer fuerza para que te quedaras,
se han secado todos los ríos de tinta
y la inspiración ahora tan sólo es un espejismo
en un desierto árido de palabras.
Ojalá no sintiera el abandono de mi madre después de cada adiós.

Siempre recuerdo aquel beso al salir de casa de mi abuela,
parecíamos sanguijuelas,
nos bebíamos sabiendo que algo nos iba a separar.

Suspiro.

No sé si este laberinto es tuyo o mío,
tan sólo me acabo de despertar
y entre el ruido de las obras y el que haces tú dentro de mí,
siento que no hay un puto silencio en el pentagrama.

Simplemente asimilo que ahora mi vida es ruido que no quiero escuchar,
lo dejo entrar como agua limpia, y que me contamine.

No quiero formar parte de mí,
no quiero formar parte de mí sin ti
y sé lo jodido que suena.

Pausa.

Aunque pensándolo bien el agua limpia soy yo
y tú eres el ruido.
Quizás me has hecho un favor no queriendo estar conmigo.
Ahora la soledad, a ratos, vuelve a parecerme un manjar,
como una sandía que muerdes, absorbes y echas los pipos.
Los pipos son los restos de ti en mí.
Creo.

Pasan horas.

Me has escrito que si nos vemos algún día
y aunque tengo el sistema de seguridad con alarmas y luces
y todo es un caos,
he decidido decir que sí.

En realidad, no lo he decidido, es lo que hay, quiero olerte.
Como una imbécil, quiero olerte para luego llegar a casa y llorar por ti,
porque es lo que va a pasar.
Y si lees esto no vas a querer quedar conmigo, así que espero que no lo leas.

Pienso.

Siento que me estoy desqueriendo en estas letras,
más aún si era posible.
Me veo a mí misma haciéndome daño a propósito,
como siempre,
y no hago nada al respecto,
como siempre.

Me encantaría estar escribiendo desde el amor propio
mirarme a un espejo que me gritase que puedo,
estar echándome crema y poniendo incienso.
Decirte que no y ponerme a besar a mi gato hasta que me sienta mejor.

Pero en lugar de eso estoy en esta maldita silla,
que no me gusta nada,
escribiendo en una postura que me hace daño en la espalda
para matar el mismo tiempo que no te mata a ti.