martes, 16 de febrero de 2021

Trampa

 Hace mucho tiempo que no soy yo.

O quizás esta soy yo y hace mucho que dejé de fingir. El caso es que estoy triste. 

Estoy triste porque quiero tener ganas y fuerzas de ser alguien que no sea yo. O el valor de aceptarme.


No quiero ser este deshecho humano, pero todas mis células están configuradas para la mediocridad. 

¿Sabes? siempre me sentí especial. Cuando era niña de verdad creía que acabaría haciendo algo grande y cuando era adolescente luché contra todos mis traumas y las personas que me hicieron daño y fui capaz de construir mi destino. Pero luego me quedé sin fuerzas. Es como si hubiera empleado todo en esa batalla y ahora sólo tengo el aguante justo para soportar los golpes que me da la vida sin terminar aquí.


Moverme de la cama es escalar una montaña, lavarme los dientes es levantar 100 kilos, cocinar y fregar los platos... soy un gusano arrastrándose por la cocina hacia su destino. Ya no es cuestión de serotonina, tengo mis dosis, tengo mi terapia, tengo todo "bajo control", aún sigo viva. 


Mi mente es diferente, juega conmigo, quiere hacer mil proyectos, le sale la creatividad por los poros. Quiere pintar, pero mi brazo no. Quiere cantar, pero mi voz está apagada. Quiere hacer más música, pero mis oídos piden silencio y menos estímulos. 


Vivo dentro de una trampa.


Hace años creía que alguien podría salvarme de esto. Primero mis padres, después mi pareja, después mi terapeuta, y ahora ya no creo en nadie. Ya sé lo que estás pensando "is qui iris tí li qui ti tiinis qui silvir". Ponte mis zapatos, no aguantas ni una ronda.

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