domingo, 15 de febrero de 2015

El grito de mi verdadero yo

No sabía lo que me pasaba realmente hasta que me escuché gritar...

        Iba conduciendo de vuelta a casa después de haberme decepcionado a mi misma (malditos domingos), lloraba todo menos mi cuerpo, el mundo estaba siendo hostil conmigo y no me sabía defender, ya era de noche (por lo menos algo iba acorde con mis adentros).
         Llevaba tiempo sin poder expresar el dolor, sin que me cayesen las lágrimas a modo de alivio, sin hablarme claro, sin poder comunicarme conmigo misma, la puerta entre mi interior y mi cabeza estaba blindada y yo daba puñetazos al volante intentando abrir esa jodida puerta, necesitaba explotar, necesitaba conocer lo que me da tanto miedo saber de mi, sacar mi locura. No podía dejar de pensar en empezar a llorar para empezar a curar con sal mi herida, sólo me ayudaban lágrimas tímidas, ¿por qué mi cuerpo no me ayuda a reconciliarme conmigo misma? ¿por qué no me abrazo de una puta vez?
         El pecho me estalla, esta ansiedad va a poder conmigo, las manos me fallan, mi cuerpo se contrae con fuerza, Andrés Suárez alimenta el momento, el motor cada vez se oye menos, aprieto los labios...  Y grito. No de cualquier forma, grito hasta que duele, hasta que la voz se rompe y se convierte en silencio, ya no escucho a Andrés, ni el motor, estoy alucinada de haber escuchado eso que nadie quiere oír, la desesperación, la rabia, la explosión.
Cuando acabé de gritar ya tenía las lágrimas por la barbilla y lo hice dos veces más hasta que mi cuerpo se relajó.
          Sé que mis monstruos son oscuros, los he visto. Sé que enfrentarme a ellos es una locura, pero ya estoy loca. Sé que puedo acabar mal, pero no voy a acabar peor.
Tengo el pasado clavado a la espalda y nunca he sabido lo que es una tregua.

Hoy me he escuchado gritar y no me he reconocido, me he asustado y me siento aliviada de haberme hablado así de claro.

   

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