lunes, 11 de mayo de 2015

No hay nombre para lo que no existe

Su piel era cálida, quizá tanto contacto me hacía sentir incómoda, pero a la vez me aliviaba sentir sus manos en las mías, o acariciando cualquier rincón de mi existencia. -Yo no estoy capacitada para amar-, pensaba mientras me dejaba llevar por su melosa voz. Ella simplemente observaba cada movimiento de mi alma e intentaba asimilarlo, era como un apasionado mirando por primera vez un cuadro del Bosco, como un amante de los animales asimilando miradas tristes tras una jaula en el zoo.

Se escapaba de su comprensión.

Yo quería encerrarme, ella quería hacerme salir. Yo quería sentirme seca, ella mojarme de todos sus fluidos. Yo quería desaparecer, ella pretendía que estuviera siempre presente.

Mi ansiedad me taponaba los oídos, pero nunca me cerraba los ojos, por desgracia. Existían pensamientos recurrentes, recuerdos empadronados en mis laureles, existía la necesidad de saciar.
Me pregunto por qué tantas horas escribiendo, a qué planeta nos lleva la música, ¿es real?, me pregunto por qué cuando me camuflo, ansiedad y cuando me exhibo, depresión. También me gustaría saber cuál de mis contradicciones es la más lógica y si son más fuertes mis ganas de abrazarle o de no existir.

Sólo el amor llenó la mitad de mi una vez, y arrasó con lo oscuro, hasta que se volvió oscuro.
Si no estoy capacitada para amar, ¿por qué amo?

El amor romántico murió entre rejas, pero si me aceptas podemos volar y sembrar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario