sábado, 9 de abril de 2016

Nudo corredero

Quisiera desnombrarte,
y que volvieras a ser
ese gesto anónimo
que persigo
a través de la gente.

Pero ya es tarde,
ya he visto
como se mueven tus cejas
al hablar de la miseria del hombre.
Ya he visitado
los lunares que no son míos,
pero alguien puso ahí, midiendo lo inexacto,
al pensar en mí.

Quizás esté frustrada
de nunca haber sabido ser
la mirada fugaz
que arrasa con todo,
la boca
de la que hablan las canciones,
las piernas
que nunca se acaban
y llevan a algún paraíso
que no poseo.

He vagado por mis intenciones
deseando que sean buenas.

Tengo tanta magia
en la punta de los dedos,
que mi piel es noche entretenida
con sonidos rotos y aullidos
y la tuya, Luna y purpurina.

Hay una piedra preciosa
dentro de alguno de tus chakras
que te da un valor incalculable
a ojos de una roca, como yo.

He dicho no
a tu olor impregnándose
por mi cuerpo interno,
mientras el sí baila
en la quietud de nuestro ocaso;
he dicho no
mientras me rebozaba en él,
mientras hacíamos la croqueta
deseando no desear nada
y deseándonos como si nada.

Tienes colores pastel
rodeándote la cara a lo bonzo,
tienes mirada y prisma
que me habla de las vidas pasadas

Tengo una inseguridad translúcida
clavada en la sien,
que habla de ti
como el alma que sale del alma.

Hablo de tu nudo corredero en la garganta
sin deshacer el mío.

Coges mis riendas y las sueltas,
eres el descontrol del saxofón.

Tú dices
que estamos aquí para salvarnos,
yo creo que estamos aquí
para ayudarnos a admitir
que nunca nos salvaremos.




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