viernes, 3 de junio de 2016

Despedida

No sé si esto es una despedida, o una última llamada de atención.

Después de tantas vueltas,
nos merecemos una línea recta.
Tan recta que es invisible, me he dado ya con ese canto en los dientes.

Antes de tantas vueltas,
nos merecíamos una vida curva y bella.
Brillaron mis ojos hasta que te apagaste
y ahora sólo queda la Luna, si es que es para mí.

Detesto los poemas de amor,
no soy capaz de vibrar amor, ni de darlo, ni de comerlo, ni de aspirarlo.
Sólo de verlo sentada en una esquina y agradecer que no me pille desprevenida.

Puede que porque aún te quiera y no quiera quererte, o al menos reconocerme que aún te quiero.
Porque he tragado tanto ácido, que no puedo ni plantearme darte otro lametazo.

Sí. Nos hemos hecho daño.
Pasa el tiempo y todo se mueve excepto yo.
Yo me muevo, mientras todo es quietud, y entonces te veo a través del tiempo, quieta a mi lado.
Eres transparente. Mi pecho te odia.
Vete mientras te quedas para siempre en una ráfaga de olor en la calle, en buscar tu matrícula cada vez que veo tu coche, en la nada que se me agarra cuando pienso en ti.

No sabría hacer de tu ser una balanza, igual que tú no sabías de términos medios.

He sido la chica más feliz y la más desdichada a tu lado.

Vuelve para irte, o vete para que puedas volver. Lo que quieras, pero vete.

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